Un niño australiano resultó ileso después de que de unos huevos que tenía escondidos en el armario nacieran serpientes mortales.
Kyle Cummings, de tres años, encontró los huevos entre la hierba cerca de su casa en Townsville, Queensland, hace unos días, y los puso en un recipiente de plástico, sin saber de qué animal eran.
El lunes, su madre descubrió que siete de los nueve huevos se habían roto
y de ellos había pequeñas serpientes marrones orientales recién nacidas.
Los otros dos huevos eran infértiles y probablemente estaban podridos.
Los ejemplares de la serpiente marrón oriental (Pseudonaja textilis), considerada la más mortífera del mundo después de la Taipan, habían ido a parar al ropero después de que el pequeño Kyle le pidiera a su madre, Donna Sim, un contenedor para colocar unos huevos que había encontrado en el jardín.
Sólo medían entre 12 y 15 cm. de largo, de acuerdo con Trish Prendergast, cuidadora de reptiles de la reserva North Queensland
Wildlife Care, que dio a conocer a las serpientes.
Prendergast dijo que el niño tuvo mucha suerte de que su madre encotrara las serpientes ya podría haber muerto si las hubiera tocado.
“Sus dientes miden sólo unos pocos milímetros a esa edad, por lo que probablemente no podrían romper la piel, pero son igual de venenosas como las serpientes completamente desarrollados”, dijo.
“Me sorprendió bastante, sobre todo porque no me gustan las serpientes”, dijo la madre del niño.
Los reptiles fueron puestos en libertad en su hábitat natural
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